
En la acción comercial también se cumple el tema de la primera impresión, por lo que debemos prepararnos para mostrar buenas impresiones ante nuestros clientes.
El cliente siempre es exigente, y lo que quiere es que nos comprometamos con sus buenos resultados y que solucionemos sus problemas con amabilidad, valores y ética profesional.
También aprecia que nos conectemos emocionalmente y nos comuniquemos con él de una manera sencilla. Por eso tenemos que prepararnos para crear una envolvente de comunicación y escucha emocional.
La relación debe prevalecer a través de la emoción, sobre la pura razón y transacción.
Actitud positiva
La emoción que debemos crear en el comprador comienza con la que transmitimos de nuestra empresa y de nosotros mismos. Es una cuestión de nuestra actitud positiva, resultado tanto de nuestra visión de nuestra empresa como de nosotros mismos. Antes de vender tenemos que creer.
No hay mejor forma de generar confianza que conociendo, estudiando, amando y sabiendo contar la historia de nuestra propia empresa, los hitos que ha alcanzado. Asumiendo también personalmente su visión, misión y objetivos.
Personalmente, debemos reconocer y creer en nuestras posibilidades, en nuestra suerte. Una forma de ver el potencial en todo lo que nos rodea, lejos de la negatividad, las objeciones y las excusas. Esto nos permite estar alerta y aprovechar mejor las oportunidades.
De lo anterior, ¿cuál es el punto de partida emocional con los clientes? La respuesta está en conocer y descubrir qué es lo que ya nos une a ellos o qué nos permitirá acercar nuestros puntos de vista.
Se trata de compartir nuestras inquietudes, expectativas, preocupaciones, problemas y necesidades. El vendedor genera así una importante base de relación con el cliente para poder transmitir alegría y satisfacción de forma sincera y coherente.
Foto de Nick Fewings en Unsplash

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